Ese Algo

Espérate.
Toma del reloj el tiempo que necesites. Detén las manillas. Aprieta el botón de apagado. O déjalo correr. Pero no te metas prisa. Ahora mismo lo único que necesitas no es más que tu propia compañía. Eso y, quizás, un lugar en el que puedas estar contigo.
Estoy segura de que nadie te habló de la infelicidad. Sí, has leído bien. Esa misma que no queremos nombrar, la invitada no deseada, la que escondemos bajo el sofá y a la que silenciamos con sonrisas forzadas. Pero la infelicidad existe y también reposa en el cajón de nuestros sentimientos, aguardando su turno como cualquier otra emoción. Puedes intentar apartarla o relegarla al fondo como una prenda que ya no usas. Da igual. Siempre encuentra la manera de irrumpir con fuerza en nuestra vida y, cuando lo hace, nos da miedo mirarla.
Puede que ya lo hayas sentido. Giras disimuladamente el rostro para que no se note. Evitas mirar a los ojos. Carraspeas y toses porque se ha quedado “algo” ahí. Eso que no puedes tragar, que te oprime el pecho y te pide salir. Permíteme decirte que no te confundas, que no huyas ni te resistas, porque “ese algo” que tienes atragantado no es más que el derecho que posees de estar triste. Y nadie te lo puede negar, ni siquiera tú mismo.
Así que, hazte el favor y suéltalo. No lo guardes más. Deja que corra, que te llene de
lágrimas, que te empuje y que te arrolle. No pasa nada. No te hará daño. En cambio, si lo retienes o lo guardas, te acabará desgarrando desde dentro. Abrázalo y dale una palmadita en la espalda, porque no es tu enemigo. No ha venido a derrotarte ni a juzgarte. Solo quiere que reposes, que te ausentes, que te pierdas por un momento de todo lo que te rodea y te centres en ti.
Porque, aunque parezca mentira, tiene algo que enseñarte. No es permanente, pero deja marcas. Es como una lluvia que empapa la tierra: en ocasiones parece hundirte en el barro, pero, cuando pasa, deja el suelo más vivo. Te hace ver que sentirse mal también es un acto de humanidad. Que está bien caer, porque siempre tendrás la oportunidad de levantarte.
Sí, es incómodo. La tristeza tiene muchas maneras de recordarte que estás vivo. Y pondrá toda su artillería pesada con tal de que te des cuenta de que eres humano. Que sientes. Que detrás de cada lágrima, hay un latido.
Así que espérate.
Hay mucha vida en esa espera.
