Lo que no se envuelve, pero sí se vive

Diciembre tiene “ese algo” que transforma el ambiente. Las calles se llenan de luces, todo el mundo, todo el mundo parece ir a mil por hora y, mires donde mires, hay adornos y envoltorios que nos atrapan de lo bonito que son. Es como si este mes tuviera el poder de sincronizarnos a todos con su propia melodía.
Nos movemos y perdemos entre listas interminables de “cosas por hacer”, “cosas que comprar” y “qué regalar”. Y en ese afán de cumplir con todo, nos olvidamos de algo esencial.
Porque la Navidad no trata solamente de intercambiarnos esos objetos que tanto deseamos.
No es solo ese regalo que esperamos recibir o, si no llega, terminamos comprándonos. La Navidad, cuando dejamos las prisas a un lado, es más una oportunidad para detenernos.
Y es ahí, al parar, cuando entendemos que lo que más deseamos o lo más significativo, no está envuelto en ese papel tan bonito bajo el lazo perfecto de “Felices fiestas”, sino en lo que somos capaz de decir.
Porque hay momentos en los que unas simples palabras – “gracias por estar”, “por acompañarme” o un “te valoro más de lo que imaginas” – no sólo te dibujan una sonrisa sincera en la cara, sino que te llenan por dentro, te sientes plena, afortunada.
Poner en palabras lo que sentimos no siempre es fácil. Requiere pausa, introspección, valentía y el deseo sincero de abrirnos. Pero, ¡qué bonito cuando lo hacemos! Porque las palabras no desaparecen. Resuenan en quien las reciben, acompañan y, con el tiempo, se convierten en recuerdos que perduran más allá de cualquier envoltorio bonito o villancico.
¿Y si, dejamos de medir estas fechas en los paquetes que damos o recibimos y las medimos en los mensajes que dejamos?
Tal vez, el regalo más especial no sea algo que se pueda envolver, sino algo que se pueda sentir.
Regalar palabras es un acto de generosidad. Un fragmento de nosotros mismos que compartimos. Es un regalo que no caduca, que no ocupa espacio, pero que siempre está ahí, esperando ser encontrado.
Este diciembre, te propongo hacer una pausa y regalar eso que no se compra: tus emociones, tus palabras y, como siempre digo, lo más valioso de todo, tu tiempo.
Si te interesa, puedo ayudarte. Mis servicios están diseñados para que regales “ese algo” único que emocione y perdure. Te invito a descubrirlos aquí.
Un fuerte abrazo,
